sábado, 13 de noviembre de 2010

LAS FOLIES EN LA ARQUITECTURA PAISAJISTA

Arquitecto-Paisajista
Guillermo Chaves Hernández
2010

Cuando estudiaba arquitectura en los años 80's oí por primera vez de las “folies”. Estaban en boga en la arquitectura urbana y el paisajismo debido a uno de los más emblemáticos y vanguardistas parques de Francia, el recién inaugurado El Parque de la Villette, diseñado por Bernard Tschumi se empezaba a publicitar. El había hecho una propuesta, donde estos elementos arquitectónicos del pasado (las folies) resurgían y se remantizaban. Dentro de su propuesta arquitectónica-paisajista adquirían una connotación simbólica y un protagonismo nunca antes visto. Desde ese momento es un concepto que sigue latente en mi quehacer, y he comprobado, cómo se puede convertir en un reto creativo y estético para arquitectos y paisajistas, diseñar un componente de estas características. 

Las folies diseñadas por Bernard Tschumi son edificaciones cuyo volumen está dentro de un cubo de 10 metros de arista, a su vez está divididos en tres módulos iguales, de los que se parte con sumatorias y sustracciones de diversa volumetría hasta lograr cualidades escultóricas. Foto de Guillermo Chaves

La definición del término es otro dato importante; ¿porqué no había un término en español que se acercara a las descripciones del objeto en mención?  La folie es un concepto que aparece en el contexto cultural Europeo, donde estas estructuras son o pueden ser temporales o no, parcialmente arquitectónicas o escultóricas, muchas de pequeñas dimensiones, y no se les relaciona con una función específica. Pueden adquirir muchas formas, como un pabellón, una torre, pueden semejar una ruina, una gruta, lo que llamamos una glorieta o rotonda, unos nichos en esquinas o como conchas, etc.

Las llamadas folies se encuentran entre las edificaciones más exóticas que se ha producido el paisajismo Europeo en el curso de su historia. Es más, como sucedió con Tschumi, es capaz de reinventarse en cualquier época y en el contexto que amerite, ahora es un concepto de “exportación” que adoptaron tanto los arquitectos como los escultores y paisajistas de todo el mundo.  Literalmente, el término en inglés folly significa un acto o un capricho, follish; acto/comportamiento/idea.  También significa una locura o extravagancia.  Para la teoría arquitectónica, es un tipo de edificación que no posee algún carácter especial, uso o beneficio específico, no es tampoco un simple ornamento, por eso es difícil de clasificar.

La derivación francesa " les folies ", por otra parte, tiene raíces mucho más profundas, proviene de la palabra en latín folia (en francés: feuille) que se remonta a la Edad Media, donde cualquier clase de casa de campiña que estuviera completamente rodeada de verde era considerada como un folie. La "folie" es una casa con un jardín, de ahí "les maisons folies" y "une fabrique", son las construcciones algo locas, como "las rocailles" en los jardines de esas "maisons folies" (1). En la primera parte del siglo XVIII, unas pequeñas edificaciones similares a esas pequeñas casas de campo fueron llamadas folies, y comienzan a aparecer en gran número, en los grandes cinturones verdes que rodeaban las ciudades en Francia, servían exclusivamente para diversión privada y el entretenimiento íntimo. Desde esta época es que las folies, con formas muchas veces caprichosas, empiezan a ganar un espacio cada vez mayor a través de los extensos jardines europeos que estaban en plena expansión. Muchas de estas pequeñas edificaciones eran obras maestras de la arquitectura, estaban distantes y retiradas de la vida cotidiana y solo la gente rica podía permitirse esta clase de extravagancia arquitectónica. En su concepción siempre primó su expresión artística sobre su aspecto funcional.

Muchas veces los historiadores se han preguntado; cuál fue el propósito de estas inversiones si podían tener un carácter programático absurdo?.  En la historia del paisajismo hay varios buenos ejemplos de su integración al paisaje, por ejemplo en el Jardín de Bomarzo que ciertamente es no el primero, pero si la más famosa creación de este tipo y de las primeros en incorporar intencionalmente al jardín espectaculares folies para dar una impresión pintoresca. El jardín de Bomarzo es el más importante ejemplo de la conexión entre naturaleza y escultura a la manera manierista. Es también uno de los más notables e intrigantes jardines de la época, ya que el príncipe renacentista Pier Francesco Orsini (1523 - 1583) implementó a partir de 1547, a manera de protesta contra la religión, una serie de pabellones y un parque de los monstruos con enigmáticas construcciones y esculturas. Es de los más sugerentes ejemplos de arte renacentista tardío o manierista en Italia y de los que puede mostrar también tempranos ejemplos de folies.


Jardín de Bomarzo se crea hace aproximadamente 500 años por el conde jorobado Pier Orsini. El quedaría devastado al morir su amada esposa Julia Farnese. Prometió nunca visitar un jardín para ver bellas y alegres esculturas, al contrario, su dolor lo llevaría a comisionar al escultor y arquitecto renacentista Pirro Ligorio expresarse con desgarradoras y escalofriantes esculturas. El escultor posteriormente se haría famoso al terminar la Basílica de San Pedro tras la muerte de Miguel Angel.

Poco tiempo después, en la Época Barroca se abrieron en los jardines, los claros, como sitios de reflexión en medio de la naturaleza.  En el Barroco también notamos la gran capacidad de armonizar los espacios verdes en forma de bosquetes y jardines con los espacios abiertos. Los espacios abiertos reflejan la irrupción simbólica del ser humano en la naturaleza. En este sentido, André Le Notre en su concepción del los Jardines de Versalles, dio a los claros entre los bosquetes, los nombres de “Salle de Bal” o “Salle Des Festins”, para designar alguna función a los interiores y facilitar la comprensión de estos espacios abiertos. En los jardines también se utilizan las construcciones arquitectónicas con la idea de incorporar otras imágenes a la interpretación y hay un claro ejemplo de una folie campestre en la conocida Aldea de la Reina en Versalles. Surge en esta época la inquietud por desarrollar actividades intelectuales y lúdicas en espacios privados en sitios alejados de los palacios y la ciudad. Las construcciones características de esta época fueron las casas alejadas, en medio del campo a las que se les llamaban: “folies”, pero también “bergeries”, “bagatelles” o “ermitages”.


Molino de agua de la aldea de la Reina, Petit Trianon, folie campestre. Foto de Guillermo Chaves

En el jardín paisajista inglés la recreación del templo de Sibyl, apareció por primera vez en Stowe en 1734, a partir de este se hicieron muchos similares, y otras que se inspiraban en obras arquitectónicas clásicas, en muchos afamados jardines. Luego vendrían las excavaciones de Pompeya y Herculano entre 1738 y 1748. Su divulgación despertó una verdadera fascinación por el “gusto a la griega”, embrión de lo que se conocería como Neoclasicismo y su incorporación a los jardines de templetes, ninfeos y grutas se consolidaba.
No es hasta el período entre 1750 y 1850 que Europa adquiere sus primeros parques privados, jardines educativos semi-públicos y una serie de primeros parques públicos donde la presencia de la folie empezó a ser una característica indispensable.  En el jardín paisajista inglés, la folie empezó a tener su propio mundo, casi culminando en lo sublime dado que en realidad se transformó en reto artístico, era el diseño de un espacio caracterizado por lo filosófico-literario-musical, tal y como era representado en las pinturas. De hecho para diseñar muchos de estos elementos del paisaje se hacían bocetos, pinturas y maquetas. Era la creación de un lugar idílico donde cada folie se emplazaba con mucha naturalidad pero dentro de una composición paisajística cuidadosamente estudiada. En este contexto cabían todo tipo de caprichos que el cliente pudiera pagar, desde arboledas sagradas, grutas oscuras, tumbas egipcias, esfinges, fuentes romanas hasta componentes más grandes como casas gótico romanescas, tiendas indias, pagodas, mezquitas, granjas en ambientes pastoriles, ruinas artificiales, cabañas primaverales, y muchas otras obras que se hacían estimulados por los hallazgos arqueológicos. En estas recreaciones se podían hacer verdaderos collages de elementos de todas las épocas, algunas veces en versiones más completas que las originales, parecía que se pudiera viajar en el tiempo.

El término “folie” resurge nuevamente para denominar los pequeños pabellones que se ponían en los jardines románticos del siglo XIX. Durante el desarrollo del Romanticismo y de los jardines a la inglesa, se creaban ruinas artificiales con la idea de traer el pasado a la mente. Los pabellones chinos invocan lo exótico y los templetes griegos representan la herencia clásica. Se cuidaba mucho de su disposición e integración en la secuencia de un recorrido de manera que garantizaran la articulación de las distintas zonas. Son elementos que realzan las rutas, sorprenden en los senderos y dan dinamismo a los paseos dentro del jardín o parque.

Fue después de 1918, que las folies experimentaron enteramente una nueva instrumentalización esta vez en el entorno de una naciente revolución anti-capitalista. Era una época de la Revolución Rusa donde se propicia una visión de estos elementos como extravagancias de la decadencia. En la Rusia postrevolucionaria experimentó una nueva función al crearse unos elementos propagandísticos y con carga política como medio para promover la Revolución. Esta situación casi acelera la desaparición de las folies.

Pavellón de Barcelona de Mies van der Rohe, foto de Guillermo Chaves.

En este contexto nadie se hubiera atrevido a llamar al Pabellón del Espíritu Nuevo (1925) de Le Corbusier, y el Pabellón de Barcelona (1929) de Mies van der Rohe como folies, pero en realidad eso eran. Dado el carácter decorativo en los jardines, el aspecto utilitario de estos edificios fue desdeñado por algunos. Por esta razón, los folies a veces se calificaron como “edificios incomprendidos”. Se había experimentado una supresión consciente de estos “muestras de lo decadente”  y en la práctica surgió un taboo cultural que inhibía cualquier expresión que sonara a provocación o incitación.  No fue hasta los 60's y 70's que resurgirían las obras artísticas tridimensionales de durabilidad restringida que excedían los límites del espacio y del tiempo. Es cuando surgen las propuestas del Land Art, y posteriormente las instalaciones artísticas, por ejemplo. Es el momento que inicia el resurgimiento de las folies en el paisaje urbano. 

Desde las últimas décadas del siglo XX nos han sorprendido versiones frescas, más parecidas a piezas escultóricas o instalaciones artísticas, con un ligamen y diálogo intenso con la arquitectura y el paisajismo. Los que tenemos como referencia en los años recientes son Ian Hamilton Finlay,  Bernard Tshumi, Zaha Hadid, Coop Himmelblau, entre muchos otros.

Zaha Hadid, Pabellón Burnham del Millenium Park.

El poeta, filósofo y artista plástico escocés, Ian Hamilton Finlay, construyó un jardín inusual  llamado Pequeña Esparta, que en sus claros entre el bosque propone una serie de espacios sugerentes de poesía; placas, bancas, lápidas, obeliscos, jardineras, árboles, puentes y bases de las columnas todos llevan palabras o señales cuyas ideas funcionan metafóricamente como lugar de provocación poética, filosófica e incluso el pensamiento político.

La Villette se conceptualiza como un espacio que ofrece una pluralidad semántica. Las Follies están colocados en cada intersección de una cuadrícula en la que hay una separación de 100 metros entre ellas. Aparecen ubicados en una superficie multireferencial con puntos de anclaje para estos objetos, (son contundentes los folies, destacados en color rojo, en las aristas de cada superbloque), y el usuario necesariamente tiene que hacer uso, aunque sea solo por la observación, de estas referencias. El parque queda salpicado por una serie de edificios rojos que ponen la nota de color y ofrecen numerosos servicios, como guardería, cafetería, talleres, medios de circulación como ascensores, escaleras y rampas. Hay otros folies que tienen más bien un carácter simbólico.


Hoy estos folies muestran el paso del tiempo con colores manchados y decolorados, con lo que pierden un poco de su impacto, Es una muestra del paso del tiempo en obras modernas, que al contrario de otros materiales de origen natural no envejecen bien, y lo que generan es una imagen degradada, Foto de Guillermo Chaves

Con respecto a los niveles de importancia que han adquirido en la actualidad, se nota que hay un esmero por hacer de ellos, como antes, una obra de arte, ya sea en conexión con la arquitectura y/o el paisajismo. Estos espacios de carácter público o privado son tratados como un símbolo de la ciudad moderna, de un paisaje urbano que debe tener escala humana. Quiere ser un aliado artístico en la infraestructura citadina o de cualquier lugar rural o silvestre y mostrarse con una visión de futuro sin olvidar su identidad con el pasado. Es ideal para propuestas de pabellones temporales, las famosas ferias internacionales, y muchas otras formas en que pueda aparecer.

Nuestros proyectos en el trópico también pueden tener folies, si se quiere podemos hacerlos, con materiales mucho más modestos y utilizar la vegetación, las piedras y los movimientos de tierra como componentes estructurales del sitio. En otras palabras, podemos crear un sitio sugerente, sin recurrir a las tradicionales alegorías, en la que podemos descansar y meditar, ponernos en contacto con las energías universales sin una inversión grande. Es cuestión de diseño, ojalá por un arquitecto paisajista u otro artista.

Propuesta de integración de un folie-orquidario a una propuesta de paisajismo con un ambiente acuático. Autor: Guillermo Chaves

Notas históricas tomadas de Revista Topos, European Landscape Magazine.n 42, marzo del 2003.



(1) Mi amiga francesa y costarricense Elisende Coladan me envió las siguientes observaciones " ...siempre me han interesado " les folies ". Primero, una cuestión de idioma, folie (con solo una "l") es un sustantivo femenino y creo que lo correcto en español es decir la " folie". Luego, en mi entendimiento "folie" es una casa con un jardín, de ahí "les maisons folies" y "une fabrique", son las construcciones algo locas, como "las rocailles" en los jardines de esas "maisons folies".

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